Decirle al médico qué fármacos se toman, sin obviar ninguno, es difícil, por que continuamente aparecen nuevos fármacos que, son recetados como mejores. Éste sería un ejemplo de buenas prácticas para evitar interacciones entre medicamentos, ya que éstas no están escritas, pero esto no quiere decir que no existan.
Según esto, ¿qué puede hacer el paciente anticoagulado?
Informarse y hacer un uso racional de los medicamentos.
Pedir por escrito las instrucciones de cómo tomar el fármaco que le recetan: a qué hora, cuántas veces al día, cuántos días.
Preguntar si hay que tomarlo por la mañana o por la noche, antes, durante o después de comida, junto a otros fármacos o se necesita dejar pasar un tiempo.
Saber que los fármacos sólo han de ser tomados con agua, nunca en seco o con zumos: si se toman sin agua pueden quedar pegados en el esófago; si se toman con zumos puede alterarse.
Nunca se pueden tomar con antiácidos o protectores gástricos, pues algunos fármacos pierden totalmente su efecto.
Los fármacos que se toman dos o tres veces al día han de ser espaciados de forma equilibrada; en caso contrario, se pueden sumar los efectos produciendo un efecto contrario.
Los fármacos antidepresivos e hipotensores deben ser tomados de forma continuada para que su efecto permanezca en el tiempo.
Si un fármaco sienta mal hay que tratar de saber de cual se trata para retirarlo: en la mayoría de las ocasiones, se puede cambiar por otro.
Cuantos más fármacos se toman, más interacciones se producen y más efectos secundarios aparecen.
Muchos fármacos de libre dispensación en farmacia que se administran para afecciones menores “no curables” pueden sumar sus efectos a los que ya se están tomando y ser responsables de problemas que podían haberse evitado.
Fármacos que pueden ser asociados con los anticoagulantes orales, pueden provocar efectos indeseables si se aumenta mucho la dosis.
Los analgésicos se toman para calmar el dolor y sólo se toman si existe dolor (salvo casos excepcionales).
Los antiinflamatorios nunca pueden ser asociados a los anticoagulantes orales ni usados como analgésicos: esto es común a todos los antiinflamatorios.
Muchos fármacos que no pueden ser usados junto con los anticoagulantes orales, pueden ser substituidos por otros ( a veces pertenecientes a la misma familia) con la misma acción.
Los fármacos que disminuyen la tasa de colesterol no deben ser tomados de forma crónica porque poseen efectos secundarios muy graves por ellos mismos: hay que tener en cuenta que el colesterol es necesario para funciones básicas de nuestro organismo.
Fuente: FEASAN (http://anticoagulados.info/)